viernes, 26 de septiembre de 2014

Momento de lágrimas

Triste. Todo lo que podía sentir era tristeza. De esa que es amarga. De esa que duele en el alma.
Vacío. Dolor. Y una seguidilla de emociones y sentimientos que sólo podían enterrarla. Que no hacían más que remarcar el fracaso y la desilusión.
Un remolino que la llevaba muy lejos, muy abajo. Tocar fondo y subir era la única solución. Pero cuándo. Cuándo llegaría a esa zona que le permitiría tomar envión y resurgir.
Mientras tanto caer era la única posibilidad. No resistir. Sólo dejarse caer. Dejarse ser. Saborear el gusto salado de esas lágrimas. Degustar y asimilar el sabor amargo de la partida. Y esperar. Esperar que eso que parecía eterno y desagradable, desgarrador e interminable pasara. Pasara, como habían pasado los días de sol, de primavera, de risas y besos. Esto también pasaría. En algún momento sin tiempo, pasará.

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