lunes, 17 de mayo de 2010

Carancho


Carancho es la designación que se le da a aquella persona que lucra con ciertas situaciones fuertes de la vida. Como diría un periodista de Clarín, Gerardo Young: “Son la versión más moderna del mundo de los "caranchos", aves de caroña a las que les usurpan el nombre aquellos que viven de estafar a los que sufren. Personajes que se mueven con impunidad en el territorio del dolor”.

En Argentina mueren al año en accidentes de tránsito más de 8 mil personas, un promedio de veintidós por día; más de 120 mil resultan heridas. Detrás de cada desgracia asoma la posibilidad de un negocio…

Con estas frases comienza la película argentina estrenada el 6 de Mayo. Su director Pablo Trapero, pone al descubierto una actividad real de la que no se tenía mucha información. Muestra cómo ciertos grupos actúan con impunidad en el terreno del dolor, la muerte y lo trágico, de la mano de instituciones públicas, profesionales de la salud, de las leyes, miembros de la Policía, etc. Toda una red de colaboraciones para la estafa y el aprovechamiento de las necesidades ajenas.

Ricardo Darín encarna a Sosa, abogado que por ejercer “mal” la profesión fue separado de su matrícula, y que termina trabajando de forma ilegal como “carancho”. Así conoce a Luján, Martina Gusman (esposa de Trapero), una doctora que debe pagar derecho de piso, y que en el trajín de su trabajo y la cantidad de horas que debe dedicarle a los hospitales de bajos recursos, recurre a la droga para “soportar”.

La película lleva 11 días en cartelera, y ya fue presentada en el Festival de Cannes y tiene grandes posibilidades. A demás, más allá de la posible premiación, ha sido gratamente recibida por el público. Según información de Infobae, Carancho “cortó” más de 803.000 entradas, y reunió a 213.435 personas, quedando en segundo lugar en el ranking de “lo más visto”, bajo el estreno de "Robin Hood”, que fue visto por 167.203 interesados. Esto es muy positivo, muestra una revalorización del cine argentino, por tantos años postergado por la preferencia hacia películas “yankees”.

Más allá de la historia de amor que ronda en este vertiginoso y fuerte film de Trapero, hay una realidad que debe ser tratada, y debe ponerse en conocimiento público. Por ello, a continuación cito algunas cuestiones significativas que atestiguan sobre el funcionamiento de los caranchos, recogidas de una nota publicada en Clarín el día de ayer:

Los abogados no pueden usar a intermediarios para llegar a sus clientes ni cobrar honorarios más allá de lo establecido, es decir, el 20 por ciento o hasta el 40 si se hacen cargo de todos los gastos del juicio", explica Graciela Rizzo, miembro del Tribunal de Ética.

A su vez, en la misma se explica que el Código que regula la conducta de los abogados impuso en 1987 la prohibición de los intermediarios. Entonces ya era una práctica habitual el sistema de los "caranchos", sólo que se va perfeccionando. Hoy nace casi siempre en la guardia de los hospitales, en los servicios de ambulancias, en las comisarías, en las cocherías o incluso en los avisos fúnebres, de donde sacan los datos las falsas cocherías.

¿Cuánto cobran por una víctima mortal? En instancia de juicio, la aseguradora puede llegar a pagar cientos de miles de pesos. Si se acuerda extrajudicialmente, poco más de 100 mil. Esos montos revelan un formidable negocio detrás de la vida y la muerte. En 2008, según la Superintendencia de Seguros, las aseguradoras pagaron 2.571 millones de pesos por los siniestros. El CESVI, un Centro de Seguridad vial que depende de las empresas, sostiene que el 10 por ciento de los casos esconde algún fraude, desde la rotura falsa de vidrios hasta la falsificación de accidentes. Dice Marcelo Aiello, del CESVI:


"Hay organizaciones que se dedican exclusivamente a esto. Son bandas que provocan los siniestros o magnifican los daños, incluso llegan a mutilar a las personas que por falta de información o acceso a necesidades básicas se prestan a este tipo de prácticas. Estas bandas delictivas, muy bien organizadas, tienen todos los eslabones de la cadena unidos. Incluso se involucran miembros de la policía, hospitales y hasta las casas de velatorio"


(http://www.clarin.com/diario/2010/05/16/um/m-02196265.htm)

En fin, Carancho es una gran película. Trapero logró poner en la mente de los espectadores de forma muy real y vívida una cuestión bastante delicada. Entrelazada con la historia de amor de Sosa y Luján es posible conocer el funcionamiento de una actividad solapada, e impresionarse con las fuertes vivencias de los protagonistas.

A uno le da que pensar. Una ficción dramática mostrada através del cine, algo que parece tan lejano e irreal, es una parte de la realidad que viven y sufren muchas personas en nuestro país. Personas que acaban de sufrir por la muerte de un ser querido, o que acaban de tener un accidente, y son embaucadas por ciertos vividores que ven en el dolor la oportunidad de garronear algo. O sea, de sumar más dolor y decepción a estas personas. O por otra parte, cierta gente, que en su pobreza y desesperación, recurre a los “caranchos” para sacar unos pocos mangos (en nada comparados con lo que ganarán a las aseguradoras estos abogados sin ética) por hacerse chocar o quebrar alguna parte del cuerpo.

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